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David Gilmour - “Luck and Strange”- “The Piper’s Call”

 





       

🎸 David Gilmour — Luck and Strange y The Piper’s Call: la llamada del tiempo

Hay artistas que no regresan: simplemente vuelven a sonar en el momento justo, como si la vida se reacomodara a su ritmo.
David Gilmour es uno de ellos. Su guitarra, reconocible en una sola nota, ha sido durante décadas el eco del alma melancólica de Pink Floyd. Pero ahora, a los 78 años, el músico británico regresa con Luck and Strange, un álbum que no mira hacia atrás, sino hacia dentro.

Lanzado en septiembre de 2024, este nuevo trabajo marca su primer disco de material inédito en nueve años, y condensa una mezcla de introspección, vulnerabilidad y libertad creativa.
En el centro del álbum, una canción emerge como su corazón latente: The Piper’s Call, un tema que parece llegar desde otra época, pero que habla, sin nostalgia, del presente.


🌌 El sonido del regreso

Desde los primeros acordes de The Piper’s Call, una atmósfera densa y luminosa envuelve al oyente.
La guitarra de Gilmour —esa voz que nunca ha necesitado palabras— parece flotar sobre una corriente suave, casi espiritual. Es una invitación a detenerse, a escuchar, a aceptar el paso del tiempo.

El título no es casual. El “piper”, el flautista, simboliza la llamada de lo inevitable, aquello que todos, tarde o temprano, debemos seguir: la vida, la creación, el cambio.
En la voz de Gilmour, más grave y contenida que nunca, se percibe un tono reflexivo, casi confesional. No es la grandilocuencia de una leyenda; es la serenidad de quien ha comprendido que cada acorde puede ser una despedida o un renacimiento.

“The Piper’s Call” no grita: susurra.
Y en ese susurro habita toda la fuerza de quien ha aprendido a decir más con menos.


🧠 Luck and Strange: entre la suerte y la extrañeza

El propio título del disco, Luck and Strange —“Suerte y Extrañeza”—, parece una síntesis perfecta del momento vital de Gilmour.
Después de una carrera marcada por el virtuosismo y la experimentación, el músico se enfrenta aquí a algo más íntimo: el misterio de seguir creando cuando ya no hay nada que demostrar.

El álbum fue producido por Charlie Andrew (conocido por su trabajo con Alt-J), quien desafió a Gilmour a repensar sus propias estructuras:

“¿Por qué tiene que haber un solo aquí?”
“¿Y si dejamos el final abierto, sin resolver?”

Preguntas que abrieron nuevas puertas. El resultado es un sonido fresco, limpio, lleno de aire.
A esa renovación se suma la mano de Polly Samson, escritora y compañera de Gilmour desde hace tres décadas, quien firma la mayoría de las letras.


               

Sus textos hablan del paso del tiempo, del amor maduro, de la memoria y la pérdida, pero también de la luz que queda incluso cuando todo cambia.



🎶 El flautista y la memoria

En The Piper’s Call, Gilmour juega con la idea del mito. El flautista puede ser el arte, el destino, o incluso la muerte; una figura que llama y guía, pero que también exige entrega.


La música que David Gilmour ha creado después de su salida de Pink Floyd ha sido a menudo descrita como diferente y menos elaborada en comparación con su trabajo junto a Roger Waters. Sin embargo, en su canción más reciente, Gilmour nos presenta una obra que muestra su capacidad para crear composiciones complejas y emocionantes. 

 En esta canción, Gilmour nos lleva a través de varias fases, comenzando con una introducción suave donde su voz canta sobre delicadas notas de guitarra. A medida que la canción avanza, va ganando fuerza y sofisticación, la voz de Gilmour ahora está arropada con la característica slide guitar creando una capa adicional de emotividad. A medida que nos adentramos en la canción, va ganando fuerza y nos encontramos con un despliegue guitarrero final que recuerda a los mejores momentos de Pink Floyd. Aquí, Gilmour muestra todo su virtuosismo, llevándonos a un viaje épico a través de paisajes sonoros llenos de matices y emociones.

La guitarra suena como una voz que envejeció con elegancia.
Cada nota parece meditada, cada silencio, un gesto. En lugar de buscar el virtuosismo, Gilmour busca la verdad del sonido: ese punto exacto donde emoción y sencillez se encuentran.

“The Piper’s Call” no es una despedida.
Es una afirmación: la música sigue siendo el camino, incluso cuando el horizonte se vuelve difuso.


💫 La madurez como estado creativo

“Luck and Strange” no es un álbum de nostalgia; es un ejercicio de presencia.
Gilmour no intenta revivir el pasado, sino comprenderlo. Lo hace desde un lugar donde la experiencia se convierte en herramienta, no en peso.
En este sentido, el disco es también una meditación sobre la creación tardía: cómo seguir encontrando sentido cuando el mundo, la industria y la memoria ya te han convertido en leyenda.

El sonido es sereno, pero no estático. Hay frescura en la producción, en la manera en que las canciones respiran. Y hay ternura, una emoción que atraviesa cada letra, cada acorde, como si Gilmour estuviera diciéndonos:

“He aprendido a vivir con el silencio, pero el silencio también canta.”


🌙 El eco final

Escuchar Luck and Strange es entrar en una corriente de tiempo suspendido.
Es un disco que no busca gustar: busca permanecer. Que se toma su tiempo, que respira y te obliga a respirar con él.
The Piper’s Call es, quizás, la síntesis más pura de ese espíritu: la llamada que todos escuchamos alguna vez, la melodía que nos recuerda que aún hay algo por decir, algo por sentir.

David Gilmour no está regresando al pasado. Está regresando a sí mismo.
Y en ese gesto, sencillo y poderoso, vuelve a recordarnos por qué su música sigue importando: porque habla de lo humano, de lo frágil, de lo eterno.

🔊 Pon la canción. Cierra los ojos.
Y deja que el flautista te guíe.

 





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