Siempre me es agradable volver a escuchar a mis antiguos ídolos, aquellos que inundaron mi juventud de buena música y que, de alguna manera, ayudaron a dar forma a mi manera de sentirla. Aún más cuando regresan con nuevos discos, reafirmando que su arte sigue vivo y vigente. Me refiero a Mark Knopfler, un músico esencial en mi vida, alguien cuya guitarra se convirtió en un lenguaje propio, lleno de sutileza, elegancia y emoción.
Knopfler ha sido uno de los guitarristas que más me han fascinado por su estilo inconfundible: esa manera tan personal de tocar, sin púa, con un sonido limpio, casi conversado, que parece surgir directamente del alma. Con Dire Straits nos regaló temas inmortales como Sultans of Swing, Brothers in Arms o Romeo and Juliet, piezas que marcaron una época y que aún hoy conservan intacta su magia.
Durante una buena parte de mi juventud fui un seguidor fiel de su música, tanto en su etapa con Dire Straits como en su carrera en solitario, una faceta menos conocida para el gran público, pero igualmente llena de belleza. En sus discos en solitario, Knopfler ha sabido explorar territorios más íntimos, con un sonido más pausado y narrativo, donde cada canción parece un pequeño cuento con aroma a nostalgia y carretera.
Su más reciente trabajo, One Deep River, publicado el 12 de abril de 2024, es un ejemplo perfecto de esa madurez artística. Se trata de su décimo álbum en solitario, y en él nos envuelve con una atmósfera serena, introspectiva y profundamente humana. Knopfler vuelve a mirar hacia sus raíces, evocando su infancia en Newcastle y su vínculo con el río Tyne. Hay una melancolía cálida en cada nota, una sensación de regreso a casa, como si el músico, al mirar atrás, estuviera encontrando nuevas razones para seguir creando.
En una entrevista reciente, Knopfler habló sobre el impacto que la música de Dire Straits tuvo en la vida de tantas personas, y sobre su propio deseo de continuar tocando, de seguir disfrutando del simple acto de hacer música. Me siento muy identificado con esas palabras. Yo también fui, y sigo siendo, una de esas personas tocadas por su arte. Su música ha acompañado momentos importantes de mi vida, y volver a escucharla hoy es como reencontrarme con un viejo amigo.
En cuanto a mis canciones favoritas del nuevo disco, me quedo con la que le da título, One Deep River, una pieza de enorme sensibilidad, y con Two Pairs of Hands, que es precisamente la que os traigo hoy al blog. Esta última es una canción relajada, elegante, donde Knopfler vuelve a deleitarnos con su magistral toque de guitarra. Hay en ella esas texturas tan características que podríamos llamar “knopflerianas”, si se me permite el término: un fraseo fluido, un sonido envolvente, y esa mezcla de melancolía y serenidad que solo él sabe lograr.
One Deep River es un disco perfecto para disfrutar sin prisas, ideal para dejarlo sonar en una tarde tranquila, con el alma abierta. Es el trabajo de un maestro que, lejos de repetirse, sigue regalándonos su talento, sensibilidad y pasión por la música. Una obra que confirma que Mark Knopfler sigue navegando, río adentro, por las aguas profundas de la emoción.


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