Leonard Cohen: Ten New Songs – Un tesoro que no lo hace basuraEn el vasto universo de la música contemporánea, pocos artistas han logrado tejer con tanta maestría los hilos de la poesía, el amor, la espiritualidad y la melancolía como Leonard Cohen. Su décimo álbum de estudio, Ten New Songs, lanzado el 9 de octubre de 2001, emerge como un faro discreto en la niebla de su extensa carrera. Después de nueve años de silencio discográfico –un paréntesis marcado por retiros zen en California y una profunda introspección personal–, Cohen regresó con un trabajo que no busca alardear, sino susurrar verdades eternas. Y en su núcleo, late That Don't Make It Junk, una joya que encapsula el espíritu del álbum: la belleza imperfecta de la existencia humana.El contexto: Un regreso desde las sombrasPara entender Ten New Songs, hay que remontarse a los tumultuosos años 90. Tras el éxito de The Future (1992) y una gira exhaustiva que lo dejó emocionalmente drenado, Cohen se refugió en un monasterio zen en Mount Baldy, California. "Bebía tres botellas de vino por noche en la gira y buscaba descanso", confesó en entrevistas recopiladas en biografías como Leonard Cohen: A Remarkable Life de Anthony Reynolds. El mundo no lo olvidó: en 1995, el álbum tributo Tower of Song mantuvo viva su llama, pero el canadiense parecía haber colgado el micrófono para siempre. A sus 67 años, el regreso parecía improbable, un conflicto interno que él mismo describía como una "lucha contra la botella" y el deseo de "no tener nada que tocar".Sin embargo, en 2001, Cohen emergió de su retiro con un puñado de letras enviadas a Sharon Robinson, su colaboradora de larga data. Robinson, quien había sido corista en las giras de los 80 y coescritora de éxitos como Everybody Knows, se convirtió en la arquitecta sonora del álbum. Grabado en estudios caseros en Los Ángeles, Ten New Songs es un esfuerzo colaborativo: ella produce, arregla, toca todos los instrumentos y aporta coros etéreos que se funden con la voz grave y ronca de Cohen. El resultado es un disco minimalista, digital por primera vez en su carrera, que prioriza la intimidad sobre el espectáculo. Vendió más de un millón de copias mundiales, logrando platino en Canadá y oro en varios países europeos.El álbum: Diez himnos a la vulnerabilidadTen New Songs consta de diez pistas que exploran temas recurrentes en la obra de Cohen: el amor como salvación y herida, la fe como acto de rendición, y la vejez como un baile entre la gracia y el declive. La producción de Robinson infunde un toque de sophisti-pop y R&B downtempo, con armonías repetitivas que actúan como un mantra, dejando que las letras brillen. No es un disco para bailar –Cohen nunca lo fue–, sino para meditar, como un rosario laico.El sencillo principal, In My Secret Life, es un himno pensive que Cohen tardó trece años en gestar. Con un groove infeccioso y los coros sedosos de Robinson, habla de la dualidad del ser: "Nada puede herirme con tanto daño como tu amor". Le sigue A Thousand Kisses Deep, un pulso minimalista cargado de tensión sexual, que evoca la poesía de Cohen en su forma más cruda. Here It Is añade alma con influencias soul, mientras que Boogie Street –con su título irónico– narra un reencuentro con "el Oscuro" en una calle de excesos.Pero el corazón del álbum late en pistas como Alexandra Leaving, una adaptación poética del mito de Orfeo y Eurídice que destila pérdida irremediable, y Love Itself, un mantra de aceptación: "El camino no es el amor / El amor es el camino". Críticos como los de Pitchfork alabaron cómo Cohen evita clichés, inyectando "una vena competitiva" en sus confesiones. En Rate Your Music, se le califica como un "sophisti-pop reflexivo", That Don't Make It Junk: La imperfección como redenciónSi Ten New Songs es un bálsamo, That Don't Make It Junk es su perla oculta, la pista que da título a esta exploración. Posicionada como tercera canción, dura apenas 4:28 minutos, pero condensa la filosofía coheniana en un lamento country-tinged. Cohen la sugirió a Robinson como un tema rural, y ella responde con sonidos de pedal steel que evocan atardeceres texanos, mientras su voz se embriaga sutilmente verso a verso, simulando una borrachera controlada.Las letras son un diálogo con el fracaso: "I fought against the bottle / But I never could abstain / From a drop that ran me rotten / But I never felt the pain". No es una oda al vicio, sino a la tenacidad humana: incluso lo roto –el amor fallido, la fe tambaleante, la creación incompleta– tiene valor. "Pick up the pieces and go home / That don't make it junk", canta Cohen, con Robinson armonizando como un eco divino. Esta canción no es la más popular del álbum –ese honor va a In My Secret Life, versionada por Eric Burdon y Katie Melua–, pero encapsula por qué Cohen perdura: transforma la "basura" cotidiana en oro poético. En un mundo obsesionado con lo pulido, That Don't Make It Junk nos invita a abrazar lo áspero.
Ten New Songs no revolucionó la música como I'm Your Man, pero reafirmó a Cohen como un profeta laico. Su recepción fue tibia en charts –#143 en Billboard 200–, pero profunda en el corazón de los fans. AllMusic lo elogia por su "visión imposible de descartar", y en un mundo post-11 de septiembre, sus letras de rendición y verdad resonaron como un antídoto. Hoy, dos décadas después, Ten New Songs se escucha como un testamento de resiliencia. Cohen, quien partió en 2016, dejó un legado de más de 25 inmortales, pero este álbum recuerda que incluso en la vejez, el "viejo comandante del campo" puede bajar de la montaña y volver a la batalla. Y si algo define su arte, es esto: no todo lo que tocamos se convierte en oro, pero eso no lo hace basura. Al contrario, lo hace humano.
Ten New Songs no revolucionó la música como I'm Your Man, pero reafirmó a Cohen como un profeta laico. Su recepción fue tibia en charts –#143 en Billboard 200–, pero profunda en el corazón de los fans. AllMusic lo elogia por su "visión imposible de descartar", y en un mundo post-11 de septiembre, sus letras de rendición y verdad resonaron como un antídoto. Hoy, dos décadas después, Ten New Songs se escucha como un testamento de resiliencia. Cohen, quien partió en 2016, dejó un legado de más de 25 inmortales, pero este álbum recuerda que incluso en la vejez, el "viejo comandante del campo" puede bajar de la montaña y volver a la batalla. Y si algo define su arte, es esto: no todo lo que tocamos se convierte en oro, pero eso no lo hace basura. Al contrario, lo hace humano.
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