A Day at the Races: Un Himno Personal en la Historia de Queen
En 1976, mi habitación vibraba constantemente con la aguja del tocadiscos saltando de un disco a otro. Ese año hubo una cosecha extraordinaria de música, y en mi rotación incesante sonaban cuatro joyas: Presence de Led Zeppelin, Desire de Bob Dylan, A Trick of the Tail de Genesis, y A Day at the Races de Queen. Cada uno de ellos respondía a un estado de ánimo distinto, pero si había una canción que dominaba mis días —y mis pensamientos— era "Somebody to Love" de Queen. Ese estribillo, Somebody toooo loooove…, era puro magnetismo sonoro. Una vez que entraba en mi cabeza, no había forma de sacarlo.
El universo de Queen en expansión
Para entonces ya era un fan declarado de Queen. Me había sumergido en sus primeros discos y los conocía al dedillo. Así que cuando se lanzó A Day at the Races, corrí literalmente a la tienda a buscarlo. Este álbum, lanzado en diciembre de 1976, es a menudo considerado el hermano menor de A Night at the Opera, pero no por ello menos ambicioso. De hecho, es el primer disco completamente autoproducido por la banda, lo que les dio una libertad sin precedentes para experimentar con estilos, estructuras y emociones.
Desde la apertura potente de "Tie Your Mother Down" —con esos riffs incendiarios de Brian May—, pasando por la dulzura de "You Take My Breath Away", el humor elegante de "Good Old-Fashioned Lover Boy", hasta la emotiva despedida de "Teo Torriate", el disco era una travesía sonora fascinante. Pero había una cima emocional que lo dominaba todo: "Somebody to Love".
"Somebody to Love": Un clamor de alma y voz
Inspirada en el espíritu del gospel, "Somebody to Love" es mucho más que una canción de amor. Es una súplica existencial, una oración desesperada nacida de la soledad y la necesidad de pertenencia. Compuesta por Freddie Mercury, la pieza emplea múltiples pistas vocales superpuestas para crear un efecto coral deslumbrante. Freddie, Brian May y Roger Taylor se transforman en un coro de iglesia que parece invocar lo divino.
La interpretación de Mercury en esta canción es sencillamente monumental. Su rango vocal se despliega con fuerza, ternura y una vulnerabilidad casi sobrecogedora. Cada vez que llegaba ese estribillo, yo lo cantaba con todas mis fuerzas, como si pudiera igualar —aunque fuera en emoción— esa tormenta de pasión que Freddie había grabado.
Recuerdo con claridad esa sensación: abrir la ventana, mirar el cielo del atardecer y gritar al viento el estribillo con los ojos cerrados. Era catártico. Era mi himno.
Una canción que desafía el tiempo
Con los años, "Somebody to Love" ha sido reconocida como una de las grandes baladas del rock. Ha sido versionada por artistas como George Michael, quien la interpretó magistralmente en el concierto homenaje a Freddie Mercury en 1992, y sigue emocionando a nuevas generaciones. Su estructura compleja, su intensidad emocional y su mensaje universal la han convertido en una obra atemporal.
Un disco para la eternidad
A Day at the Races consolidó a Queen como una banda en constante evolución, capaz de combinar rock, ópera, gospel y romanticismo sin perder autenticidad. Para mí, sigue siendo uno de los discos más importantes de mi vida. No solo por su calidad musical, sino porque encapsula una época en la que la música era mucho más que entretenimiento: era una forma de vivir, de sentir, de soñar.
Volver a escucharlo hoy me devuelve a esa habitación, a ese joven que descubría en cada nota una nueva razón para amar la música. Y "Somebody to Love"… sigue ahí, como entonces, sonando en mi interior con la misma fuerza de siempre.
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