Deep Purple – Child in Time: el grito eterno de una generación
Hay canciones que no solo definen a una banda, sino que capturan el espíritu de una época entera. “Child in Time”, lanzada en 1970 como parte del álbum Deep Purple in Rock, es una de esas piezas inmortales. Más que una canción, es una experiencia emocional que transita entre la calma melódica y el estallido desgarrador, entre la contemplación y el grito de protesta.
La introducción de Child in Time es llevada a cabo por Jon Lord, que toca un solo con el órgano Hammond acompañado de la voz de Ian Gillan, con una fuerza y capacidad vocal a la que muy pocos cantantes pueden llegar. Desde esos primeros compases —inspirados libremente en Bombay Calling de It’s a Beautiful Day—, se establece una atmósfera etérea, casi litúrgica. El órgano abre la puerta a un viaje espiritual y desgarrador, mientras la voz de Gillan asciende progresivamente en intensidad, como una plegaria convertida en clamor. Su interpretación vocal es, simplemente, una de las más estremecedoras del rock. Los agudos imposibles que alcanza no son solo demostraciones de poder técnico: son un grito contra la guerra, contra la injusticia, contra el sinsentido del mundo.
En general, la canción tiene un ambiente dramático, tanto por la oscura letra como por la instrumentación. Pero sin duda lo más increíble es la actuación vocal de Gillan, considerada por muchos como lo máximo a lo que puede llegar cualquier voz dentro del hard rock. De hecho, en las últimas actuaciones de Deep Purple, la canción se queda fuera del repertorio porque el paso de los años ha desgastado la voz de Ian Gillan, lo cual hace que sea muy arriesgado interpretarla en directo hoy en día.
El tema es también una crítica velada a la Guerra Fría y el conflicto de Vietnam, aunque nunca lo hace de forma explícita. “Sweet child in time, you’ll see the line, the line that’s drawn between the good and the bad…”: líneas que suenan como advertencia y profecía. La inocencia infantil confrontada con la división ideológica del mundo adulto.
Mención especial merece el solo de guitarra de Ritchie Blackmore, una de las cumbres del hard rock de los 70. Lento, sostenido, intensamente emotivo, va creciendo hasta alcanzar un clímax catártico. Junto con la base rítmica de Roger Glover y Ian Paice, se crea una dinámica en constante evolución que transforma los más de 10 minutos de duración en una epopeya sonora.
“Child in Time” no fue solo una canción: fue un manifiesto. En ella, Deep Purple se apartó del blues rock convencional y dio un salto hacia el hard rock progresivo y experimental. Fue también un anticipo de lo que vendría después: una banda dispuesta a romper moldes y a buscar siempre nuevos territorios musicales.
Han pasado más de cincuenta años desde su publicación, y sin embargo “Child in Time” sigue sonando actual, poderosa, emotiva. Es una de esas piezas que resisten al tiempo porque hablan desde el alma. Y el alma, cuando grita con verdad, nunca envejece.
“Child in Time” es uno de los himnos del Rock de todos los tiempos. Sin duda, una de mis canciones preferidas de todos los tiempos.


Comentarios
Publicar un comentario