Ten New Songs es el décimo álbum de estudio de Leonard Cohen, lanzado en 2001. Este álbum marcó el regreso de Cohen a la música después de un largo período de retiro.
Antes de este lanzamiento, Cohen había estado ausente del mundo musical durante casi una década, dedicando tiempo a la meditación y a su vida en un monasterio budista en el Monte Baldy, California.
En el álbum Ten New Songs (2001), Leonard Cohen nos regala una de sus composiciones más introspectivas y filosóficas con "That Don’t Make It Junk". Esta canción refleja el estilo poético y profundo que caracteriza a Cohen, abordando temas como el fracaso, la redención y la naturaleza humana.
Con su característico tono grave y calmado, Cohen parece meditar sobre los errores, las pérdidas y los momentos en los que la vida parece desmoronarse, pero sin perder la fe en que todo, incluso lo roto, tiene un valor intrínseco.
LEONARD COHEN – THAT DON’T MAKE IT JUNK
Hay canciones que parecen escritas no con tinta, sino con cicatrices. Así siento "That Don’t Make It Junk" de Leonard Cohen, una de esas piezas que se deslizan con humildad, pero que acaban dejando un peso emocional profundo. La descubrí dentro del álbum Ten New Songs, un disco que Cohen lanzó tras casi una década de silencio, y que, con una voz más grave que nunca, sonaba como si hablara desde el fondo de una cueva interior, íntima, fatigada… pero más lúcida que nunca.
"I fought against the bottle, but I had to do it drunk..."" Luche contra la botella pero tuve que hacerlo borracho " canta, con ese tono entre confesión y redención que tan solo él sabía ejecutar. Cohen no se excusa, pero tampoco se condena. Acepta su fragilidad, pero recuerda que el hecho de caer no significa que todo esté perdido. Que uno puede equivocarse, desordenarse, lastimarse... pero eso no convierte su alma en basura. Esa es, para mí, la médula de esta canción: la compasión hacia uno mismo, esa mirada tierna que, incluso en medio de los escombros, encuentra un rescoldo de dignidad.
Musicalmente, la canción es sencilla, contenida, con esos arreglos discretos de Sharon Robinson, cuya voz acompaña y envuelve la de Leonard con una calidez casi espiritual. La instrumentación es mínima, pero justa, y deja espacio para que cada palabra pese. Porque en Cohen cada verso importa; no hay adornos vacíos, todo está medido, como si hubiera pasado una eternidad afinando cada línea en el silencio.
Cuando escucho That Don’t Make It Junk, no siento que me hable un cantante, sino un viejo sabio que se ha perdido muchas veces, pero que ha aprendido algo valioso cada vez que volvió a levantarse. Es una canción que no pretende impresionar, sino acompañar. Y en días grises, en momentos de duda o derrota, escucharla es como una mano que no juzga, que simplemente se posa sobre el hombro y dice: estás aquí, y eso basta.
Años después de haberla descubierto, sigue regresando a mí como un bálsamo. Porque todos, en algún momento, necesitamos recordar que nuestra humanidad rota no nos convierte en desecho. Y nadie mejor que Leonard Cohen para decirlo con tanta sencillez… y tanta verdad.
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