EXTREMODURO – SI TE VAS
(del álbum Material Defectuoso, 2011)
Hay canciones que no se escuchan, se atraviesan. "Si te vas" de Extremoduro es una de esas. La descubrí cuando el disco Material Defectuoso cayó en mis manos en 2011, y desde la primera escucha supe que estaba ante algo diferente. No solo por la carga emocional que arrastra, sino por la forma en la que Robe Iniesta la canta: con una mezcla de rabia contenida, tristeza y aceptación que se clava sin pedir permiso.
"Si te vas, me quedo en esta calle sin salida…". Esa primera línea ya lo dice todo. No es una súplica. No es rencor. Es la constatación de una herida que ya no se puede evitar, una especie de rendición ante lo inevitable. Y, sin embargo, en ese gesto resignado hay una belleza brutal. Robe no dramatiza: muestra. Te deja entrar en su ruina emocional, pero con esa poética que siempre lo ha caracterizado, esa manera tan suya de convertir la desesperación en arte.
El tema arranca con una suavidad casi engañosa, con una atmósfera que se va construyendo lentamente, hasta que todo estalla. Porque en este disco, Extremoduro se aleja de lo inmediato y apuesta por composiciones largas, cocidas a fuego lento. Y "Si te vas" es precisamente eso: un viaje emocional que va de la melancolía al desgarro, con cambios de ritmo que acompañan ese vaivén de emociones.
Para mí, esta canción se convirtió en un refugio en momentos de despedidas difíciles, de pérdidas que no podía detener. Hay algo tremendamente humano en cómo está construida: la mezcla de lucidez, dolor y ternura, como si el adiós no fuera sólo hacia alguien, sino también hacia una parte de uno mismo que no volverá.
Material Defectuoso puede que sea uno de los discos más infravalorados de Extremoduro, pero también es, en muchos aspectos, el más maduro y honesto. Robe no busca complacer, no quiere hits, quiere expresar lo que le duele, sin filtros, sin urgencias. Y "Si te vas" es, quizás, su canción más desnuda.
Con los años he vuelto muchas veces a ella. A veces para acompañar la tristeza, otras para reconciliarme con lo que no puedo cambiar. Porque hay canciones que no curan, pero te hacen sentir menos solo en el dolor, y eso, a veces, es todo lo que necesitamos.
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