Corría el año 1974 y, como cada semana, me encontraba oteando las novedades en mi tienda de discos habitual. Era ese momento sagrado en el que uno bucea entre portadas, nombres desconocidos y promesas musicales aún por descubrir. Me detuve, como solía hacer, en el cajón donde podías encontrar un poco de todo: rock progresivo, jazz, hard rock, música experimental... un verdadero crisol para los oídos curiosos.
De repente, mi atención se disparó hacia un disco cuya carátula mostraba un camello, claramente inspirado en la famosa marca de cigarrillos. El nombre de la banda: Camel. Algo en aquella portada me llamó, quizá su aire enigmático, o tal vez ese toque travieso de referencia visual. Sin dudarlo, le pregunté al vendedor si podía ponerlo en el tocadiscos para darle una escucha. Accedió, como siempre, muy correcto.
El primer tema, “Freefall”, me pareció sólido, con esa energía típica del rock progresivo británico de la época. Pero fue el segundo corte, “Supertwister”, el que capturó mi atención por completo. Ahí supe que lo que venía después no sería un simple disco más, sino el inicio de una historia que me acompañaría durante décadas.
El resto del álbum “Mirage” siguió maravillándome: composiciones intrincadas, una ejecución impecable y un estilo muy propio. El resultado fue obvio: me llevé el disco a casa sin pensarlo dos veces, y ahí comenzó mi andadura junto a Camel, una relación musical que no he abandonado hasta el día de hoy.
“Mirage” (1974)
“Mirage” contiene cinco temas, dos de ellos suites de más de 9 minutos, que muestran la habilidad de Camel para crear composiciones intrincadas, melódicas y profundamente imaginativas. A continuación, un análisis de cada pista:
Freefall (5:53): Abre el disco con un riff enérgico y ritmos dinámicos, influenciados por el rock y el jazz. La interacción entre la guitarra de Latimer y los teclados de Bardens crea una atmósfera vibrante, con cambios de tempo que reflejan la intensidad del rock progresivo. Es un puente entre el sonido más crudo del debut y la sofisticación de Mirage.
Supertwister (3:22): Un instrumental sereno liderado por la flauta de Latimer, que evoca paisajes medievales y pastorales. Compuesta por Bardens como homenaje a la banda holandesa Supersister, destaca por su delicadeza melódica y los suaves arreglos de teclados, mostrando la vertiente más lírica de Camel.
Nimrodel / The Procession / The White Rider (9:17): Una suite inspirada en El Señor de los Anillos, dedicada al personaje de Gandalf. Dividida en tres partes, combina pasajes épicos con momentos introspectivos. La guitarra y la flauta de Latimer lideran la narrativa, mientras los teclados de Bardens y la base rítmica de Ferguson y Ward aportan dinamismo. Es un ejemplo temprano de la capacidad de Camel para crear piezas conceptuales y cinematográficas.
Earthrise (6:40): Otro instrumental brillante que resalta el trabajo en equipo de la banda. Los teclados de Bardens dominan con largos solos, complementados por la guitarra melódica de Latimer. La pieza equilibra momentos contemplativos con secciones rítmicas intensas, evocando paisajes sonoros expansivos y galácticos.
Lady Fantasy (12:45): La obra cumbre del álbum, una suite en tres partes (Encounter / Smiles for You / Lady Fantasy). Considerada el tema icónico de Camel, combina lirismo, improvisaciones jazzy y riffs potentes. La guitarra de Latimer brilla en solos emotivos, mientras el bajo de Ferguson y la batería de Ward proporcionan una base sólida. Las voces de Latimer y Bardens añaden un toque etéreo. Es un cierre monumental que encapsula la esencia del rock progresivo.
Desde aquel día de 1974, Mirage se convirtió en parte esencial de mi colección y Camel en una de esas bandas que me acompañan en cada etapa de la vida. Y todo comenzó por ese camello curioso en una portada, y por una flauta que parecía hablar directamente a mi alma.
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