"Remember the Future": 50 años de viaje cósmico con Nektar, mi reencuentro con una obra maestra
Nektar fue un grupo alemán de rock progresivo que siempre estuvo entre mis preferidos. Sus discos eran una auténtica maravilla que me fascinaba con cada escucha. Recuerdo cómo me sumergía en sus complejas melodías y profundas letras, perdiéndome en sus intrincados pasajes instrumentales.
Nektar fue uno de esos grupos que, desde el primer momento, se instaló en lo más alto de mi panteón musical. Un quinteto alemán de rock progresivo que, pese a su origen, sonaba como una fusión entre el space rock cósmico de Hawkwind y la elegancia sinfónica de Pink Floyd, pero con una identidad propia e inconfundible. Sus discos no eran simples álbumes, sino universos enteros por explorar.
Y entre todos ellos, "Remember the Future" (1973) brillaba con una luz especial.
El año pasado, cuando se anunció la reedición por su 50 aniversario, sentí esa emoción que solo da reencontrarse con un amor olvidado. Porque aunque había pasado tiempo sin escucharlo con atención, bastaron los primeros compases de "Remember the Future Part I" para que todo volviera: esos sintetizadores que flotan como naves espaciales, las guitarras de Roye Albrighton trazando melodías que parecen surcos de estrellas, y la sección rítmica —Mick Brockett, Allan Freeman, Derek "Mo" Moore y Ron Howden— tejiendo bases que oscilan entre lo hipnótico y lo explosivo.
Un álbum conceptual que desafió el tiempo
"Remember the Future" no es un disco convencional. Es una ópera rock dividida en dos suites épicas (de 16 y 19 minutos) que narran la historia de Bluebird, un ser extraterrestre ciego que llega a la Tierra en busca de esperanza. La música fluye como un río, sin cortes abruptos, llevando al oyente desde pasajes de calma meditativa —como los arpegios de "Images of the Past"— hasta clímax de furia progresiva, como el impresionante final de "Let It Grow", donde los teclados y la batería crean una tormenta sonora que todavía hoy me deja sin aliento.
La reedición de 2023 no solo ha devuelto el álbum con un sonido remasterizado que resalta matices ocultos (¡los bajos de Mo Moore suenan más profundos que nunca!), sino que también ha reafirmado algo que siempre supe: este es uno de los trabajos más ambiciosos y emocionalmente poderosos del rock progresivo europeo.
"Lonely Roads", el destello de melancolía cósmica
Aunque el álbum se concibió como una experiencia unificada, hubo un fragmento que siempre sobresalió por su belleza introspectiva: "Lonely Roads", extraído de la segunda suite. Esta sección es una de las cumbres creativas de Nektar: una balada espacial donde Albrighton canta con una ternura desgarradora sobre la soledad y la búsqueda de conexión, mientras su guitarra dibuja líneas melódicas que se quedan grabadas a fuego en la memoria. Cada vez que la escucho, me pregunto cómo lograron condensar tanta emoción en apenas unos minutos.
Un legado que sigue vivo
Revisitar "Remember the Future" medio siglo después ha sido un recordatorio de por qué el rock progresivo de los 70 sigue siendo insuperable. Nektar no solo contó una historia; creó un viaje sensorial donde cada nota, cada silencio, tiene un propósito. Hoy, como ayer, me pierdo en sus laberintos sónicos y salgo transformado.
La reedición no es solo un homenaje, sino una invitación a nuevas generaciones a descubrir esta obra. Porque, como bien dice su título, el futuro no debe olvidarse… debe recordarse.
Volver a escuchar "Remember the Future" después de tantos años ha sido como reencontrarme con un viejo amigo. Cada pista, cada cambio de tiempo, cada pasaje instrumental me recuerda por qué Nektar fue y sigue siendo una parte fundamental de mi amor por la música.
La reedición del 50 aniversario no solo ha revitalizado mi aprecio por este álbum, sino que también ha subrayado su relevancia y su impacto duradero en el mundo del rock progresivo. "Lonely Roads" fue uno de los sencillos que sacaron de este disco , es un segmento de la segunda suite o cara B , que destaca por su melodía emotiva y letras introspectivas, la melodía y la guitarra en este pasaje es una autentica maravilla , sin duda uno de los momentos cruciales de Nektar
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