🎧 Hergest Ridge – La calma después del asombro 🎧
Después del impacto arrollador que significó para mí el descubrimiento de Tubular Bells de Mike Oldfield, estaba ansioso por explorar más de la genialidad musical de este virtuoso. Todas las miradas estaban puestas en él, y las mías, en particular, estaban cargadas de expectación mientras esperaba ansiosamente el lanzamiento de su segundo disco.
Era como si el primer encuentro con la magia de Oldfield hubiera abierto la puerta a un mundo musical completamente nuevo para mí, y no podía esperar para ver qué maravillas me tenía preparadas.
Cuando finalmente llegó el día del lanzamiento de su segundo álbum, Hergest Ridge, me dirigí directamente a la tienda de discos con la emoción palpable en cada paso. La incertidumbre y la expectación se mezclaban en mi mente mientras sostenía el álbum en mis manos, consciente de que Oldfield tenía un gran desafío después de la imponente obra maestra que fue Tubular Bells.
Recuerdo perfectamente ese instante en que, ya en casa, coloqué el vinilo en el tocadiscos, bajé la aguja y dejé que la música hablara. Lo que escuché no fue un intento de repetir el éxito anterior, sino una obra completamente distinta, más introspectiva, más serena, casi pastoral. Al principio me desconcertó. Esperaba una nueva explosión de genialidad similar a Tubular Bells, pero Hergest Ridge me llevó por otro camino: uno que se adentraba en la contemplación, en el fluir pausado de los paisajes sonoros.
El disco parecía emanar directamente de las colinas del mismo nombre que inspiraron a Oldfield. Las capas de guitarras, los arreglos orquestales sutiles, las progresiones lentas pero constantes... todo parecía invitarme a caminar por una campiña solitaria, donde el tiempo se detenía y solo quedaban la música y yo. Había una belleza silenciosa en cada compás, como si Oldfield hubiera querido componer un refugio sonoro, un lugar al que huir cuando el mundo exterior se volvía demasiado ruidoso.
Con el paso de los días, Hergest Ridge no solo fue creciendo en mí, sino que se volvió imprescindible. Me enseñó a escuchar de otra manera, a prestar atención a los detalles que pasan desapercibidos en una primera escucha. Su aparente sencillez esconde una complejidad emocional enorme.
Hoy, Hergest Ridge representa para mí ese segundo aliento tras un primer amor arrebatador. No es un disco que pretenda deslumbrar a primera vista, sino más bien uno que se entrega lentamente, con delicadeza, hasta quedar grabado en lo más profundo. Es un susurro después del trueno, y a veces, el susurro dice mucho más.

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