Uno de los discos en directo que más me han impactado es Eric Clapton & Steve Winwood - Live in Madison Square Garden. La complicidad que hubo en el escenario fue total, como si cada nota estuviera tejida con años de amistad y respeto mutuo.
Durante tres noches en el mítico escenario de Nueva York, estos ex-compañeros de Blind Faith (aunque no en una reunión formal de la banda) se dieron cita para tocar durante un par de horas. El concierto, cuidadosamente elaborado, se compone de canciones ya conocidas, tanto propias como ajenas. La mención a Blind Faith es inevitable: cuatro de los seis temas de su único álbum hacen acto de presencia en este registro. Solo faltan “Sea of Joy” y “Do What You Like”, en la que Ginger Baker daba su aporte característico.
Para completar el repertorio, Clapton y Winwood se sumergieron en material propio y en algunos covers, destacando al inigualable Jimi Hendrix. Canciones como “Presence of the Lord” (de Blind Faith), “Pearly Queen” y “Dear Mr. Fantasy” (de Traffic), el blues de Otis Rush “Double Trouble”, y la icónica “Little Wing” se convierten en puntos álgidos de la noche, culminando en el inalterable “Cocaine” de JJ Cale, con un solo de piano inusual que le da un giro sorprendente.
Eric Clapton y Steve Winwood, dos iconos cuyas carreras se han entrelazado en colaboraciones memorables, se unen en el escenario para crear un concierto legendario. La química entre ambos artistas es palpable desde el primer acorde, donde cada nota se convierte en un puente entre generaciones y estilos. Clapton, con su inconfundible maestría en la guitarra, y Winwood, cuyo toque y sensibilidad musical han marcado épocas, crean juntos una atmósfera única que trasciende el tiempo.
Es muy posible que la reunión entre Eric Clapton y Steve Winwood , después de 40 años sin tocar juntos desde su etapa en el grupo Blind Faith , fuese debido a algún tipo de nostalgia. Fuese nostalgia o no , me da igual lo que ganamos los seguidores de estos dos músicos fue un autentico lujo de disco y unas interpretaciones magistrales
El setlist fue un recorrido magistral por las trayectorias de ambos artistas, desgranando sus grandes canciones y llevándolas a un nivel de intensidad emocional al alcance de muy pocos. Cada tema resonaba en la sala con una fuerza arrolladora, y el público vibraba con cada acorde, con cada solo de guitarra, con cada matiz de la voz de Winwood.
Uno de los momentos más memorables fue la interpretación de Voodoo Chile. Originalmente popularizada por Jimi Hendrix, Voodoo Chile es una pieza cargada de improvisación, energía cruda y una profundidad emocional que invita al oyente a dejarse llevar. En este show en el Madison Square Garden, la canción adquiere nuevas dimensiones gracias a la interpretación conjunta de estos dos gigantes del rock. La mezcla de solos de guitarra, riffs envolventes y la inconfundible pasión de ambos músicos hacen de esta versión algo verdaderamente especial. Clapton rindió homenaje a Hendrix con un solo desgarrador, mientras Winwood aportaba una base instrumental que parecía invocar la esencia misma del blues-rock. Era como estar en una especie de ritual musical, donde cada nota te arrastraba más profundo en la intensidad de la canción.
Y luego, Double Trouble. Una de esas piezas que te pellizcan el alma y te dejan sin aliento. Clapton hizo que cada cuerda llorara, extendiendo los solos con una expresividad que parecía no tener fin, modulando cada nota como si contara una historia de dolor y redención. Los silencios entre las frases de guitarra eran tan elocuentes como los propios acordes, creando un vaivén emocional que mantenía al público en vilo.
La voz de Winwood, llena de matices y emoción, flotaba sobre la instrumentación como una caricia, elevando la canción a otro nivel. Su interpretación vocal parecía deslizarse suavemente entre las grietas del blues, con un fraseo tan delicado como poderoso. En algunos momentos, la intensidad crecía tanto que parecía que el Madison Square Garden desaparecía, dejando solo la música suspendida en el aire, como si el tiempo se hubiera detenido para dejarnos habitar ese instante de pura magia musical.
Este concierto fue mucho más que una reunión de leyendas; fue un testimonio de lo que significa vivir la música con el alma desnuda, entregándose por completo a cada acorde y dejando que las canciones hablen por sí mismas. Una experiencia irrepetible que, cada vez que la vuelvo a escuchar, me hace sentir como si estuviera de nuevo ahí, en medio de esa magia compartida entre Clapton, Winwood y todos los que tuvieron la suerte de presenciarlo.


Comentarios
Publicar un comentario